Gracias por coincidir aquí conmigo. Estoy segura de que encontrarás lo que tanto anhelas.

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A mis 40 años, enfrenté una crisis profunda: me sentía insatisfecha, perdida y sin propósito, atrapada en una rutina que no me llenaba. Aunque parecía tenerlo todo, nada me hacía feliz porque había dejado de priorizarme. Mi identidad se había diluido al enfocarme en las necesidades de otros, olvidándome de mí misma.

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Afortunadamente, entendí que el conflicto estaba en mis pensamientos y en mi falta de acción. Había cedido mi poder y no me sentía merecedora de una vida plena. Al detenerme y mirarme sinceramente, descubrí que debía ser mi prioridad. Este autodescubrimiento me liberó, devolviéndome el amor propio, la confianza y la libertad de ser quien realmente soy.

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Como la mariposa que se transforma, rompí mi crisálida y renací como una mujer segura, feliz y capaz de establecer límites saludables. No lo logré sola; conté con el apoyo divino, el amor de mi esposo e hijos, y el acompañamiento de una mentora y una terapeuta.

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Hoy mentoreo mujeres porque sé lo que es atravesar esta crisis. Si estás viviendo algo similar, estás en el lugar correcto. Sé cómo ayudarte.